Una de las experiencias mas memorables, fue por motivos de trabajo, que era en turismo, por el que estuve destinado casi dos años en la República Dominicana.
Trabajaba en Punta Cana, y una de mis tareas era cada jueves, entregar en cada hotel las reservas de hotel, que el día anterior nos había llegado en un vuelo desde Alemania.Hablamos del año 1996, cuando internet todavía estaba en manos de muy pocos, y mas en este país, que carecía de infraestructuras, y no nos quedaba mas remedio, para mayor seguridad que entregarlas en mano en cada hotel.
En una de estas entregas, tengamos en cuenta que las distancias eran largas, ya de vuelta a la oficina, me encontré a eso de las dos de la tarde, a un niño con uniforme del colegio, al borde de la carretera haciendo auto-stop.
Por supuesto me paré, para saber si le pasaba algo, y el niño me contesto que iba al colegio, y tenía que andar varios kilómetros cada día para poder asistir a clase, y que no había medio de transporte, ni un autobús escolar que lo recogiera, y por supuesto sus padres eran pobres, y no tenían coche.
Esto es una realidad de este país que es un paraíso turístico, pero con una población pobre y con muchas necesidades, que el turista no ve, o no quiere ver.
Lo que mas me sorprendió, fue que para el niño era una situación normal, ni ninguna queja, pero muy agradecido, porque le ahorraba una caminata, esta actitud y madurez en un niño, me conmovió, y al dejar al niño en el destino, cuando me preguntó si el jueves siguiente iba a volver por la misma carretera, y si lo podía recoger, no pude mas que decir que si, y que me esperase si me retrasaba.
La semana pasó volando, teníamos mucho trabajo, y esto hacia que los días nos pasaran rápido, llegó el jueves, hice mi recorrido habitual, y cuando regresaba, estuve atento al sitio donde había acordado con el niño.
Cual fue mi sorpresa, que estaba el niño, pero acompañado de varios amigos suyos esperándome.
Me paré y el me pidió si podía recogerlo con sus amigos, que eran vecinos suyos, y el les había contado orgulloso que tenia un amigo español que lo había recogido para ir al colegio, y enseguida pensó que sus amigos también se podían beneficiar del transporte que el destino le había deparado, en la figura de un amigo español, que era para él como un ángel de la guarda.
Como comprenderán, queridos lectores, ante el hecho que tenia ante mis ojos, y los ojitos de esperanza de estos niños de ahorrarse una caminata, no pude negarme, es mas me sentí dichoso, de ser el instrumento de aliviar, en parte, el esfuerzo que sufrían para una cosa tan simple, como asistir al colegio.
Alegría, ternura, compasión son algunos de los adjetivos que sentí, al ver estas figuras diminutas hablándome, preguntándome cosas de España, que en su imaginación infantil, era un lugar mítico,lejano, tal cual un lugar idílico en que les gustaría estar.
Manitas que me acariciaban, besos continuos, y sobre todo sus risas, esas risa que después de mas de veinte años, de mi mente nunca se han borrado.Yo era el héroe salvador, que les evitaba una caminata bajo un sol de justicia,y sobre todo su cara de orgullo porque yo era su amigo español.
Cada jueves, hasta mi vuelta a España, siguió esta rutina con estos niños, creando un vínculo muy especial.
Siempre he sentido no poder despedirme de ellos, mi vuelta se decidió, por motivos de organización de la empresa mi vuelta y en concreto a Mallorca, mi tierra, porque hacia mas falta ahí que en Punta Cana, ya que la labor por la que había ido, ya estaba concluida.
No quiero imaginar la decepción cuando el jueves, siguiente a mi marcha, no aparecí, quiero pensar que me siguen recordando, ahora que ya son hombres, de este amigo español, que varias veces los llevo al colegio,y los ratos de risas, que compartimos, desde luego a este español le dejasteis, para el resto de su vida, vuestras caritas,y el sentirse querido por vosotros.
jueves, 27 de junio de 2019
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