Antonio era el típico muchacho joven, de treinta años, con sus inquietudes, su trabajo y el intentar conocer una chica, su media naranja, por así decirlo, para formar su propia familia.
Pero él, aparte de estas inquietudes señaladas, se sentía diferente, era rechazado constantemente, precisamente por ver la sociedad una persona que no entraba en los cánones establecidos, no encajaba en ningún grupo, ni en su trabajo, ni siquiera por los que se denominaban amigos suyos.
Entre las características por el rechazo que sufría, era que veía la vida diferente, despreciaba lo material y se alejaba de todo aquel que tenía un mínimo poder.
La vida para Antonio, era que le reservaba una misión, y para esto había nacido, y cada día rogaba a Dios que le diese fuerzas y no flaquear cuando llegase el momento de afrontar la prueba que él esperaba, tal era su linea de pensamiento.
Llegó la crisis, y como muchos españoles, la sufrió perdiendo su trabajo, y a luchar en silencio y solo ante esta situación, porque todos se alejaron de él, como se aleja uno de algo podrido, porque no queremos ver los problemas de los demás, y los primeros fueron sus amigos.
Empezó la tortura de la búsqueda de empleo, curriculum tras curriculum entregado, y echado a la papelera sin pudor por el que lo recibía, y de las pocas entrevistas que consiguió, negativa tras negativa.
Esto lo hacía sentirse mas y mas deprimido, y se empezó a cuestionar el porque de la vida, si tal vez esta misión que el esperaba había sido una mentira que su mente había creado.
Hasta que perdió toda esperanza,y llegó a ver un sinsentido a la vida, llegando a vivir como un autómata, y seguir luchando para subsistir, pero en el fondo su mente le decía que para nada.
Un día andando sin rumbo, después de una entrevista infrucuosa para un trabajo ( le dijeron que estudiarían su curriculum, y que que ya le llamarían, a estas alturas, sabía lo que significaba, una negativa sutil), su frustración, tristeza y desesperación era muy alta, y con la mente divagando, sin mirar en que dirección iba, llegó a un barrio marginal.
Cuando se dio cuenta de que se había perdido, intentando orientarse, vio humo en un piso, se acerco a ver lo que ocurría, y escucho gritos de los vecinos,de que un niño estaba atrapado dentro.
No lo penso dos veces, y en un arranque de coraje, que ni él mismo sabía que poseía, se lanzó, escaleras arriba, entro en la casa y encontró un niño llorando, en un piso ya cubierto de humo, cogió al niño, lo sacó del piso, pero al llegar a la calle, el niño preguntó por su hermano, coincidiendo con la llegada de una mujer, enloquecida de desesperación, explicando que había dejado los niños solos un momento para comprar en la tienda, unos ingredientes para la comida, y en un momento, por causas, aún desconocidas se había declarado el incendio.
Antonio comprendió que en el piso se había quedado el pequeño, y no lo había visto por el humo, y que seguramente estaba inconsciente, era le explicó la madre,un bebe de seis meses.
Al fondo ya se oían, las sirenas de los bomberos, pero el fuego se estaba propagando con rapidez, y no les daría tiempo a salvar a nuestro pequeñuelo.
No se lo volvió a pensar, volvió a subir al piso, en el las llamas estaban avanzando, y en la habitación del fondo, encontró al bebe inconsciente por la inhalación del humo.
Lo cogió en sus brazos y volvió sobre sus pasos, pero al llegar al salón, estaba casi cubierto por las llamas, quedando una mínima parte libre de ellas.
Cubrió con su cuerpo, al bebe, empezó a cruzar, notando como su espalda se iba quemando, y logro llegar a la calle, y en un último esfuerzo, antes de caer entrego el bebe a un bombero, mientras a él apagaban las llamas.
En su último aliento, Antonio dio gracias a Dios, por haber podido superar la misión, que siempre había esperado, y seguidamente le entro una gran paz, con una felicidad indescriptible, ya que se vio rodeado de una luz tan intensa, y de tal belleza que nunca,ni en sus mejores sueños, uno pueda imaginar.
Entonces vio a un ser bellísimo, imposible de describir, que lo recibió con una mirada cargada de ternura, y con estas palabras:
-Bienvenido, hermano nuestro, cumpliste con la misión que te encomendaste por amor, y ejemplo a la humanidad, ocupa el lugar que te corresponde entre nosotros.
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